sábado, 5 de mayo de 2007

Pocho a la conquista


… “En otra época, el Pocho solía pasar sus vacaciones estivales en las tierras que dieron origen al Havana Club Ruhm.

En la plaza aledaña al hotel Habana Libre Tryp, ciudadanos hacían una larga cola para poder disfrutar de un helado del Copelia y nuestro amigo quedó perplejo ante la belleza de una joven mulata.

Manejando todas las artes que caracterizan a un buen vendedor (que es una de las fortalezas de nuestro personaje), bastaron algunos minutos para que naciera una relación que iba desarrollarse vertiginosamente en los próximos días.

Fue así como se les vió pasear por la calle Obispo, pasando de largo frente a la que fuera la droguería Johnson y detenerse largamente en el bar del Hotel Dos Mundos.

Inspirados talves, por el hecho de haber sido el lugar de hospedaje y creación de Hemingway, decidieron recrear su rutina diaria y visitaron el bar del Floridita, la Bodeguita del Medio y otras barras de La Habana Vieja.

Seguidamente y para acumular energías, fueron a degustar algunas delicias exclusivas ofrecidas en los "paladares" de El Vedado.

Con posterioridad a los generosos bajativos propios de una opípara y selecta merienda se imponía un paseo por el barrio de Siboney esperando la oración, para dirigirse al incomparable espectáculo ofrecido en La Tropicana.
Finalmente había llegado la hora tan ansiada y posponiendo la puerta de servicio del hotel con la habilidad propia del chileno, para no ser detectado por el personal de turno, pudieron acceder al templo del romance y del placer.
Así llegó el triste día del regreso a las tierras de rodeo, empanadas, chicha y chancho (todas preferencias de nuestro amigo), con el cansancio de las largas noches caribeñas y la profunda nostalgia de una joven y fresca mulata.

Empezó entonces el periodo de reposición de su exigido físico (en esa época todavía no salían a circulación las amargas pastillitas azules) y también el rápido descenso de los niveles habituales de su cuenta corriente y su traspaso a las arcas de Telefónica, producto de un romance virtual por voz.

Al principio, si tu hablabas con él, todo era suspiros y recuerdos evocando esa piel canela.

Al cabo de algunos meses de esta transferencia de fondos, ya no habló más de la habanera y cambiaba el tema, tomando un largo sorbo de un Havana Club Ruhm de 7 años de envejecimiento” …

(Gentileza Oscar Muñoz)

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